La persona que llega a otro país buscando poder comer cada día o que no la maten en su lugar de origen podemos ser tú o yo. Hemos tenido suerte de nacer en Europa, poder comer cada día y no tener que escondernos por nuestras ideas o por quien amamos.

Algunos políticos y medios de comunicación utilizan a las personas migrantes para culparles de todos los males de nuestro país, los llaman «intrusos», «inmigrantes ilegales», que se aprovechan de los derechos y prestaciones de los países a los que llegan sin dar nada a cambio. Esto da lugar a tener una visión negativa de las personas migrantes, al racismo y a la discriminación.

Primero de todo vamos a diferenciar entre migrante, emigrante e inmigrante para que todos sepamos de qué estamos hablando. Todos los inmigrantes son migrantes, pero no todos los migrantes son inmigrantes. Por ejemplo: un migrante se mueve dentro de su país o de un país a otro, para buscar trabajo o para reunirse con familiares. También existen los emigrantes que son los que van a vivir a otro país y en su país de origen serían emigrantes y en el país que llegan inmigrantes.

Además, podemos hablar de refugiados, que son quienes llegan a un país huyendo de un conflicto o una persecución personal por motivos religiosos, políticos o de orientación sexual. A nosotros también nos gustaría que, en caso de guerra y para salvar nuestras vidas, otro país nos recibiera con los brazos abiertos y nos ayudara a salir adelante.

Hay que ponerse en la piel de los demás para entender por qué una persona abandona su casa, su familia, su cultura, su comida y su lengua. Nadie lo hace por gusto.

En Fundación Por la Justicia sabemos que las personas migrantes aportan diversidad y son fundamentales para el crecimiento económico. Tienen una media de edad entre 20 y 40 años y constituyen un importante capital humano que beneficia el dinamismo económico e incrementa la productividad.

Además, son la tabla de salvación del modelo europeo de bienestar. Nuestra población está envejecida y la tasa de fecundidad es baja. Por lo tanto, la sostenibilidad del sistema de pensiones está en peligro y, gracias a ellos, hay un crecimiento poblacional que ayuda a mantener nuestro nivel de vida.

Muchos se quejan de la falta de empleo debido a la llegada de migrantes a nuestro país, pero realmente, el 39% trabaja en la agricultura o la pesca, un 17% lo hace en la industria manufacturera, un 15% en la hostelería y un 12% en trabajos de limpieza. El informe de la compañía de recursos humanos Randstad indica que un 21,72% de españoles se emplea en puestos cualificados, mientras sólo un 5,06% de extranjeros lo consigue. Aunque la mayoría de migrantes tienen una formación superior a las labores que desempeñan, ocupan los trabajos peor pagados y más inestables.

Hace poco leí un artículo donde el Gobierno proponía un plan para contratar a miles de personas de otros países para trabajar en la construcción ya que se necesitan fontaneros, pintores, carpinteros y electricistas. ¿Pero si hay desempleo en España, por qué buscan extranjeros para trabajar en construcción?

Durante la crisis financiera del año 2008, se perdieron alrededor de 1.8 millones de empleos relacionados con el sector de la construcción. Muchos de ellos eran desempeñados por inmigrantes, que tuvieron que regresar a sus países al no encontrar trabajo aquí. Ahora, después de unos años, España los vuelve a necesitar.

Miguel Fernández, director general de Tetris, empresa de diseño y construcción, explicó que a los jóvenes españoles no les atrae este sector por el sueldo que reciben y lo duro que es el trabajo: «Tenemos que pagar más y atraer inmigración y darles estos trabajos, pero además capacitarlos y enseñarles», comentaba Fernández en una entrevista en lavozdehispanoamerica.com.

Los jóvenes españoles son muy reacios a trabajar en este sector y por eso los empresarios están optando por contratar mano de obra extranjera. Se estima que, en España, el 13% de la fuerza laboral está desempleada, es decir, uno de cada tres jóvenes no tiene empleo. Entre los jóvenes de 15 a 28 años solamente el 11% lo hacen en la construcción.

El plan que propuso el Gobierno de contratar a trabajadores de otros países lleva encallado un par de meses por las objeciones de Trabajo y las quejas de los sindicatos que han paralizado esta medida.

En Fundación por la Justicia luchamos para intentar acabar con las injusticias que se cometen contra los inmigrantes. Todos nos necesitamos y nos tenemos que ayudar. Juzgar o menospreciar a una persona inmigrante no es justo porque no conocemos las razones por las que ha llegado aquí y producimos un dolor que se suma a la tristeza de estar lejos de sus familias. Me duele que no tengamos un mínimo de memoria para recordar lo que hemos sido los españoles durante siglos.

 

Reflexiones. Artículo de Levante EMV