El exilio fue casi siempre el último recurso al que recurrieron las y los colombianos después de sufrir desplazamientos forzados internos, amenazas, homicidios de familiares o atentados.
Según la Unidad de Atención y Reparación a las Víctimas y su Registro Único de Víctimas, entre 1985 y 2021 hubo más de nueve millones de víctimas del conflicto armado interno; pero existe un subregistro, puesto que muchas personas que tuvieron que huir del país.
Los hechos victimizantes más recurrentes y denunciados, fueron: homicidios, desaparición forzada, secuestro, reclutamiento forzado y desplazamiento forzado.
Según el Registro Único de Víctimas (RUV), con corte a noviembre de 2024, hay 34.229 víctimas del conflicto armado en el exterior. De estas, el 53,24% son mujeres (18.225 víctimas), el 46,22% son hombres (15.822 víctimas) y el 0,53% pertenece a personas con orientación sexual y
de género diversa (181 víctimas).
Frente a esta realidad, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad estableció que “el exilio es una violación en sí misma que muestra el fracaso de las instituciones del Estado en su deber de dar protección a las víctimas, así como la responsabilidad de todos los actores armados en estas violaciones”.
El conflicto armado interno en Colombia traspasó las fronteras y llevó a que líderes sociales, personas defensoras de derechos humanos, indígenas, afrodescendientes, LGBTIQ+, sindicalistas y académicas fueran obligados a abandonar sus hogares, proyectos y familias para salvar sus vidas.
No todas las personas migrantes se van por decisión, a veces lo hacen huyendo de situaciones de extrema violencia.
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